Berlín recuerda el Holocausto
Menos que un monumento clásico, un objeto ofrecido a la contemplación de los visitantes, el sitio debería ser una experiencia.
Se debe pasear por los estrechos callejones que dejan las columnas, sobre una superficie ondeada, pero el recorrido mismo tampoco tiene una senda establecida: se trata de errar por dentro del extraño paraje en la dirección que se quiera.
La sensación es de desolación, de extravío, de amenaza, como si se estuviera en un espeso y oscuro bosque y no se supiera que aparecerá a la vuelta de cada árbol. Pero a la distancia también recuerda a esos antiquísimos cementerios judíos, con sus lápidas irregulares, como arrojadas desordenadamente sobre la superficie.
Las 2.711 columnas de hormigón siguen el diseño del arquitecto judío estadounidense Peter Eisenman, que debió esperar 6 años e infinidad de discusiones para terminar su obra.
Muchos criticaron el carácter "monumental" de la construcción, su falta de significado "directo", su negativa a incluir aclaraciones de ningún aspecto.
Eiseman debió ceder en el número de columnas (originalmente debían ser unas 4.000) y con la construcción del llamado "Centro de Información", una serie de salas subterráneas bajo el monumento, apenas iluminadas, que documenta algunos destinos individuales de judíos asesinados en los campos de concentración.
La sensibilidad provocada por las columnas y su objetivación concreta en el Centro de Documentación subterráneo, con algunas historias de víctimas del Holocausto, se complementan perfectamente.
Se debe pasear por los estrechos callejones que dejan las columnas, sobre una superficie ondeada, pero el recorrido mismo tampoco tiene una senda establecida: se trata de errar por dentro del extraño paraje en la dirección que se quiera.
La sensación es de desolación, de extravío, de amenaza, como si se estuviera en un espeso y oscuro bosque y no se supiera que aparecerá a la vuelta de cada árbol. Pero a la distancia también recuerda a esos antiquísimos cementerios judíos, con sus lápidas irregulares, como arrojadas desordenadamente sobre la superficie.
Las 2.711 columnas de hormigón siguen el diseño del arquitecto judío estadounidense Peter Eisenman, que debió esperar 6 años e infinidad de discusiones para terminar su obra.
Muchos criticaron el carácter "monumental" de la construcción, su falta de significado "directo", su negativa a incluir aclaraciones de ningún aspecto.
Eiseman debió ceder en el número de columnas (originalmente debían ser unas 4.000) y con la construcción del llamado "Centro de Información", una serie de salas subterráneas bajo el monumento, apenas iluminadas, que documenta algunos destinos individuales de judíos asesinados en los campos de concentración.
La sensibilidad provocada por las columnas y su objetivación concreta en el Centro de Documentación subterráneo, con algunas historias de víctimas del Holocausto, se complementan perfectamente.
Al lado del Bunker de Hitler
El monumento está a apenas unos 100 metros del lugar en que estuvo el bunker de Hitler y el cuartel general de la Gestapo, la policía política nazi.
Un poco más allá el Reichstag, cuya cúpula coronada con la bandera de la Unión Soviética marcó la imagen final del nazismo. Todo aquí, en el centro de Berlín, recuerda la historia alemana y desde hoy su principal pesadilla, el intento de los nazis de aniquilar el pueblo judío.
"Este es el reconocimiento de la Alemania reunificada de su propia historia, en el momento en que recuerda, en el centro mismo de su capital, al peor crimen de su historia" declaró Wolfgang Thierse, el presidente del Parlamento alemán, durante la inauguración.
Paul Spiegel, el presidente del Consejo Judío en Alemania, criticó lo que llamó "la falta de referencia a los motivos que causaron el Holocausto" en el Memorial, quizás una pregunta que 60 años después de su fin nadie ha podido responder satisfactoriamente.
Sin vigilancia
Paul Eisenman estuvo también en contra de proteger de cualquier manera al monumento o de controlar su acceso "si a alguien se le ocurre pintar símbolos nazis en las columnas, pues hay que reconocerlo como una forma de la realidad actual y no perseguirlo".
Ya los alemanes debieron confrontarse abruptamente con su pasado, cuando se descubrió que la empresa contratada para proteger la superficie de las columnas resultó ser la heredera de otra que fabricó el gas Zyklon B, usado en las cámaras de gases para el extermino de los judíos.
2 Comments:
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Que grandes desgracias causa la religion a fin de cuentas..
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